Sobre la (in)necesidad del Estado

El Estado crea las condiciones que hacen al Estado necesario.
El debate de cómo se justifica el Estado no es uno muy viejo, sobre todo si lo entendemos como una formación histórica que no sólo no ha existido siempre, sino que nació en una época relativamente reciente (1).
Aunque las posiciones varían enormemente, el concenso concentra la justificación esencial del Estado en la necesidad de proteger al individuo del otro.
Como bien recordarán, Hobbes dijo que el estado de naturaleza es uno de guerra en los que los fuertes matan y desposee a los débiles.
Locke sostiene que aunque la naturaleza humana es de bondad y cooperación, la eventual escasez de recursos hace del Estado una necesidad.
Rousseau (por citar a los tres clásicos) argumenta que aunque nacemos puros e inocentes, los bienes materiales y propiedad privada eventualmente llevan a dependencia mutua, desigualdad, celos y pobreza, lo que hace al Estado necesario (2).
Se concluye entonces que nuestra condición humana hace insoportable la vida sin la protección del Estado, el cual evita que nos autodestruyamos en una guerra de todos contra todos.
Pero resulta absurdo revisitar la tradición iusnaturalista y preguntarnos cómo se justifica el Estado en contraposición con otra alternativa como lo sería el estado de naturaleza, ya que después de todo, ¿qué alternativa real existe?
En efecto, esta reflexión nace de lo absurdo, una absurdidad que me parece que le causaría un severo dolor de cabeza a losautores mencionados anteriormente.
Nuestro Estado, que tan bien conocemos, se ha justificado a partir de criterios completamente diferentes en las últimas décadas: persecuciones a políticos y funcionarios de Estado, promesas de lucha contra la corrupción del Estado, castigo a jefes de Estado anteriores, guerras contra el narco (Narco-Estado).
Parecería que nuestro Estado se justifica con la promesa de protegernos no del otro, sino del Estado mismo.
Por ponerlo en términos actuales, es como si nos pusieramos una vacuna que nos protege de la propia vacuna.
Y eso es solo si decidimos dar nuestro consentimiento para vacunarnos. Porque si continuamos de la mano con los teóricos del contrato social, el El sólo se justifica si cada individuo sobre el cual este ejerce autoridad ha dado su consentimiento (3).
Tomo distancia del “consentimiento” en forma de democracia no solo para evitar el debate de si existe o no en el Estado en el que vivimos, sino para señalar que de igual forma es absurdo pensar que decidimos conscientemente nacer en dicho Estado.
Por otro lado tampoco me alineo con la visión utilitarista en la que el Estado existe si y sólo este produce más felicidad que la alternativa. Porque, otra vez, ¿cuál alternativa?
En estos términos (teóricos), me parece adecuado argumentar que el Estado como lo conocemos es innecesario, ya que si la “necesidad” de este (por ser necesaria nuestra seguridad) es la base fundamental de su justificación, y nuestra inseguridad emana efectivamente de este, se produce entonces una contradicción lógica evidente.
Termino señalando que dicha absurdidad no es exclusiva del caso mexicano y puede tomar formas aún más curiosas.
Por ejemplo, en nuestro vecino del norte, parece que la justificación del Estado radica en la necesidad de proteger al individuo de las corporaciones que lo explotan.
Es decir que el sistema protege al individuo de la sociedad civil, de la esfera privada. Eso tiene absurdidades por sí solas que no conciernen este texto.
Pero ¿qué se puede hacer, además de caer en la eterna pugna por encontrar plenitud en lo absurdo?
El anarquismo filosófico recomienda que adoptemos una visión altamente crítica hacia las actividades del Estado y sus agentes (policías y otros indeseables). Hay veces que estos actúan con razón, legalidad y autoridad moral.
Pero cuando no, ejercemos nuestro derecho a desobedecer, obstruir, resistir e ignorar.
Bibliografía de referencia
Norberto Bobbio, Estado, Gobierno Y Sociedad: Por Una Teoría General De La Política (México: Fondo de Cultura Económica, 2001), p. 89.
Norberto Bobbio, La Teoría De Las Formas De Gobierno En La Historia Del Pensamiento Político : AÑO ACADÉMICO 1975-1976 (México: Fondo de Cultura Económica, 2014).
Jonathan Wolff, “Justifying the State ,” in An Introduction to Political Philosophy (Oxford: Oxford University Press, 2016), p. 35.