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Reseña. 'Gel azul': La ciudad-la ciudad-la ciudad



Para conocer realmente bien un espacio hay que perderse o adentrarse en este hasta casi perderse. Una población o una montaña no se conocen solo por los mapas que le adjudican, sino también por sus mañas, trucos y zonas peligrosas. Para conocer una ciudad en estos tiempos hay que pasar años sino es que una vida entera para poder ubicar calles, colonias, tiendas, fraccionamientos y privadas, departamentos y mercados; sobreviviendo y (des)conociendo día con día el alrededor.


No obstante, surge una pregunta implícita a la hora de plantear la imposibilidad de conocer una ciudad: ¿qué contiene una ciudad?


En Gel Azul, novela perteneciente al género policiaco y de ciencia ficción escrita por Bef (Bernardo Fernández), originalmente publicada en 2006, esta pregunta no se contesta; más bien, a la manera de Clarice Lispector, se demuestra el contenido de una ciudad de México del futuro que bien podría ser hoy, aunque tendría cabida en unos años o en unos días:


“Durante el resto de la noche, en el departamento sólo se escuchan respiraciones entrecortadas, la sirena de una helipatrulla que pasa flotando cerca de la ventana, la turbina de un reactor que atraviesa el cielo nocturno y los gritos de una joven asesinada a golpes en la puerta del edificio”. (Fernández, 36)


Crajales, personaje principal, detective con un pasado turbio como hacker, es contactado para investigar la violación de Gloria Cubil y el asesinato del producto de tal crimen mientras habitaba una cápsula cilíndrica de plexiglás repleta de gel azul proteínico (15). El padre de la mujer vejada es Arseo Cubil, el poderosísimo dueño de la compañía productora de dichas capsulas y gel. La investigación policiaca (¡igual que en todo México, aquí y ahora!) se torna en todo lo contraria a una investigación: se hace lo posible para imposibilitar la justicia. De tal manera, Crajeles se ve rodeado de asesinatos brutales, una red nefaria de venta de órganos y partes humanas, el hackeo de la Red y los peligros del control mediante la tecnología y la manifestación, gota a gota, de una ciudad sumamente cruel e inabarcable.


Las capsulas sirven para mantener sano, en forma y vivo el cuerpo de los cibernautas que han decidido expandir su experiencia y vivir dentro de Red, disfrutando de mundos, cuerpos y sensaciones nuevas en cuestión de minutos y de dinero.


El espacio en esta novela de 17 partes es crucial. Funciona como una especie de localización excéntrica y concéntrica a la vez: afuera está la ciudad de México, que cubre y aplasta todo tipo de cuerpos con edificios, luces, calles, helipatrullas, autopistas; dentro del cilindro hay un cuerpo, y dentro de este una mente sumamente activa. Siempre habrá un afuera y un adentro: la ciudad tragándoselo todo, las distancias bochornosas; la piel del cuerpo, el contacto con el gel, con la mugre; la mente en pleno vuelo dentro de un espacio virtual, mientras el cuerpo flota.


La ciudad contiene cuerpos, objetos, estructuras, violencia y crueldades y, sobre todo, lo inhumano, lo que dejó de ser. Bajo este sentido, Bef nos presenta un vistazo a la megalópolis del futuro que nos pisa los talones, sino es que ya está sobre nuestro pecho. Bef nos demuestra la ciudad desde sus habitantes, desde sus espacios y objetos, desde lo inefable y monstruosa que es la barbarie de la civilización. De esta manera, plasma, piensa y demuestra la tortuosa relación de la ciudad y sus habitantes mediante el género policiaco y de ciencia ficción (aunque podemos dudar del termino ciencia ficción: ¿qué no ya está pasando lo planteado en la novela?).


Cuerpo-ciudad-mente es lo que contiene y trata Gel Azul en apenas 128 páginas. Nos demuestra que flotamos en un espacio, dentro de una capsula, de una red, como los fragmentos en los que se divide la novela, fractalizada, y que “afuera, la ciudad aúlla, indiferente” (15). Si el cuerpo no está a salvo ni de sí mismo, de su mente y sus células, entonces, jamás lo estará si se ve envuelto en la crueldad de las ciudades.



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