Requisitos para existir: reseña de Una ballena es un país, de Isabel Zapata

Considerar la vida que no es la nuestra conforma un problema difícil de abordar. Tal problema, el del otro ante nosotres, recae en un repertorio amplio de cavilaciones donde ya sea que el otro se oblitera, se subordina totalmente ante alguien pretendidamente “superior”, o donde su existencia se vuelve una barrera opaca e infranqueable. El otro ha sido siempre un problema debido a nuestra mirada del mundo, a nuestro tipo de acercamiento hacia lo que no conocemos. Pero ¿cómo acercarnos a ese otro mercantilizado, incomprensible y lejano —más no ajeno— a nosotres? ¿Cómo acercarnos a los animales no-humanos?
Lo anterior es crucial en Una ballena es un país, libro de la aclamada autora mexicana Isabel Zapata y compuesto por diversos poemas cuya temática principal es el status de los animales dentro de la civilización humana, y que a su vez cuestionan el deber ser de la poesía, la narrativa y el ensayo. A lo largo de este libro las presencias de diversos animales toman fuerza mediante una revelación continua y dolorosa: también están vivos, tienen sistemas límbicos, redes neuronales complejas y un cuerpo del que creemos tener total potestad.
La extinción de los tigres de Tasmania a manos humanas, la manera en que las ballenas hacen su vida en ese caldo primigenio que es el mar, la utilidad horrorosa que le exigimos al cuerpo de los cerdos, la visión científica de los experimentos con gorilas, son algunos de los elementos palpitantes que pueblan y penetran el poemario, todo esto mediante la mirada y las reflexiones íntimas de Zapata hacia ese otro en vistas de serle concedida a duras penas la existencia.
En “Para Laika” (Laika es la perra rusa que fue enviada al espacio y murió en la misión) se enuncia con la intención de regresarle el aliento tanto a la perra como a su entrenador, Vladimir Yazdovsky: “Ofrecimos tu vida como prueba de la nuestra. El éxito ha sido enorme y absurdo. Laika, Limonchik, rizadita: olvidé lo que aprendimos, pero no olvidaré tu nombre”. Como es bien sabido, Laika fue víctima del afán diario por el progreso, de la justificación de los medios en beneficio y absolución del fin. De Laika, al igual que las rosas, al igual que de todo, solo nos queda el nombre. Y eso, sin duda, es un golpe directo hacia el rechazo de la poesía como una forma de saber y conocer, y un guiño hacia el hecho de que todo lo vivo no nos es ajeno, nos incumbe de sobremanera.
Una ballena es un país no es solamente un poemario o una colección de títulos, líneas e imágenes que tratan atención digna hacia los animales no-humano, que hoy en día se ha hecho un problema. Es, sobre todo, un proyecto estético que evoluciona hacia una propuesta ética. De cierta manera, estirando hasta rasgar el cuerpo de esta analogía, Zapata unifica en este poemario ambas tesis rivales del Concilio de Trento: la estima hacia los animales entrará por el entendimiento y entrará por los sentidos.
Una ballena es un país, a la par de retomar puntos de la bio y zooética, acciona mediante su despliegue creativo y estético la inquietud hacia la vida en general.