top of page

¿Por qué leer en esta biosfera posmoderna?

Actualizado: 13 mar




Artículo


No hay razones concretas por las cuales debemos leer, por lo menos no en cuanto a un uso. No nos va a traer más dinero o hacer que el mundo mejore de la noche a la mañana. Tampoco va a ayudarnos con la relajación, con el estrés y con la ansiedad que vivimos día con día, ni va a ayudarnos a sentirnos mejor con respecto al hecho de que nuestra atención va en declive y hasta los tiktoks de 3 minutos se nos hacen eternos.

Leer es una actividad que parece intimidante. '50 libros que tienes que leer antes de tus veinte o fallaste como ser humano: número uno, autor griego. número dos, autor griego. Número tres, alemán rabioso. Número cuatro, escritor deprimido'. Vivimos en una cultura que, en el afán de impulsar la lectura, termina haciéndonos sentir ignorantes con respecto al número mínimo que conocemos, y el número gigante de pseudo 'lecturas esenciales' que existen.


Esto es apenas hablando de ficción. En cuanto a teoría y filosofía, se complica aún más. El lenguaje de este tipo de textos es técnico, denso y pesado, y parece ser imposible de entender a menos que seamos especialistxs en el tema. Rápidamente lo descartamos.


Acercarse a la escritura parece, especialmente para las nuevas generaciones, una tarea imposible: todo ya ha sido escrito o dicho, el lenguaje representa un reto casi imposible, y, aunque empecemos a leer en una edad que todavía se considera joven, no llegaremos nunca a un nivel de lecturas adecuadas si no comenzamos a leer en la infancia.


La realidad es que, detrás de los estándares académicos sobre qué es bueno leer o no y cuántas lecturas te hacen ser merecedor del estátus de lectorx, encontramos la verdadera literatura. A los libros no les importa si has leído el Mío Cid o no, si entendiste de qué trataba Pedro Páramo, si recuerdas el nombre del pueblo donde se desarrolló Cien Años de Soledad. Un libro es, antes que nada, una invitación a conocer algo que no nos resulta inmediatamente familiar. Es una aventura que puede o no gustarnos, pero de la que definitivamente nos perderemos si no nos atrevemos a leer.


La lectura no tiene que ver con autores prestigiosos ni con crítica académica ni con premios o galardones. La lectura tiene que ver con sensaciones evocadas, con un encuentro que causa una reflexión del mundo y que puede llegar en el formato que sea: desde un cómic hasta una fanfic hasta una novela rusa de tres tomos completos.


Esta reflexión del mundo ocurre cuando nos olvidamos,por un ratito, que vivimos rodeados de una cantidad infinita de medios que intentan decirnos cómo hacer exactamente todo de manera correcta y adecuada, y nos rodeamos de historias radicalmente diferente a lo que conocemos o creíamos conocer, radicalmente diferente a lo que queremos o creíamos querer.


Leer se trata de escuchar: dejar que las palabras pasen por nosotres y se instalen un rato, fijarnos en cuáles se quedan, y por qué. guardarlas cerquita y darnos cuenta de que sentimos algo, lo que sea, cuando esa palabra, ese párrafo, ese verso, ese capítulo, nos atraviesa. La literatura pasa y atraviesa y vive mientras nosotres vivimos y la vivimos.


Uno de los errores más comunes cuando unx se acerca a un libro ocurre cuando nos creamos cierta expectativa de lo que esperamos obtener de la lectura. En la mayoría de los casos, leemos para poder entender lo que se está narrando. Sin embargo, los libros no están ahí para ser entendidos: están ahí para crear una experiencia. Las novelas, los poemas, los cuentos, la ficción y la no ficción nos recuerdan que no todo tiene que ser racionalizado o tener un propósito lógico para tener un valor. Esto nos resulta profundamente ajeno hoy en día, ya que todos los medios sociales que consumimos parecen estar orientados a lo contrario, es decir, a la fácil digestión de información. Sin embargo, es precisamente por esto que leer importa más que nunca. Leer representa la salida de la estandarización del pensamiento, la reconciliación con no entender el mundo, y, por lo tanto, el nacimiento de una nueva curiosidad. Tal vez en esta nueva curiosidad podamos hallar la respuesta a las problemáticas más grandes que nos aquejan, como el cambio climático o la fabricación de armas nucleares. Tal vez sólo nos enseñe a ver el mundo con más gentileza, o nos enseñe una nueva palabra. Sin embargo, no hay duda de que siempre obtendremos algo valioso, sea minúsculo o gigante, de cualquier obra literaria.


a veces sólo tienes que leer y leer hasta que UNA palabra se prende en la hoja, se hace grande, te hace sentido. no lo entiendes pero lo sientes. entonces pasas a otra, y a otra. y así pasas las páginas, buscando las palabritas que se prenden y que te llaman y que, aunque no puedes explicar por qué, te gustan.


Esto no significa que tenemos que forzarnos a leer textos que son completamente ajenos a lo que conocemos sólo porque eventualmente creemos que encontraremos algo. Algunas lecturas sirven simplemente para enseñarnos lo que no nos gusta leer, y está bien. Sin embargo, rechazar la literatura por completo es privarnos de una multiplicidad de sentimientos y sensaciones que se pueden convertir en herramientas importantes para nuestro desarrollo personal y colectivo. Más importantemente, leer nos arma de juicio crítico, el arma más importante que podemos tener en la época de los medios de información masivos.


La literatura esconde claves y códigos importantes para definirnos, crear comunidad y revolucionar nuestra cultura. Están disponibles y listxs para nosotrxs, si así lo queremos. Pero tenemos que quererlo.


Leer nunca es un proceso unilateral: podemos pedirle cosas al texto, llenarlo de nuestras propias interpretaciones, cuestionarlo y dejar que el texto nos lea. Es un proceso de escribirse mutuamente. Lo que hay en la próxima página es tan tuyo como de lx autorx. Los libros son infinitos y expansivos, nunca únicos o cerrados.


Leer es un pacto que hacemos con el texto y que también debe hacer con nosotres.


Tampoco podemos cegarnos ante el hecho de que la literatura también puede intentar manipularnos, acotar y limitar nuestro pensamiento. Para esto no queda otra cosa que leer más, inundarnos de palabras y modos de sentir hasta que encontremos el nuestro y podamos defendernos de cualquier imposición.


Leemos porque queremos ver si nos encontramos con una experiencia. No es la única ni la mejor manera de crear experiencias, pero sí es un encuentro especial en el que tal vez encontraremos la respuesta a algo que siempre nos habíamos preguntado, o recuperaremos partes de nosotros que no sabíamos que faltaban.


La invitación es la siguiente: acercarse a la lectura sin miedo y sin expectativas, tanto de quien lee como del texto. Leer sin cuestionar si se lee de manera correcta o incorrecta, leer por el simple placer de registrar palabras sin sentido hasta dar con una oración que tiene todo el sentido del mundo. Leer de atrás para adelante si se quiere.Empezar en en el capítulo 6 o sólo leer la introducción. Leer exclusivamente los pies de página de una novela, o la conclusión de un tratado filosófico. Leer sin ver el título ni la portada del texto, leer una revista como si se tratara de un poema. Dejar entrar la experiencia a como dé lugar con el único propósito de disfrutar la experiencia en su totalidad. Buscar hasta que encontremos la lectura que sea para nosotros, y, si no la encontramos, escribirla nosotrxs mismxs. La ventaja es la siguiente: las palabras son realmente infinitas.





0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page