Una lectura cíclica en Alejandra Pizarnik
Jimena Díaz Padilla

“El vacío ocupa más espacio que cualquier lleno” Fred Vargas
Alejandra Pizarnik: poeta, lingüista, traductora y crítica literaria de origen argentino, nació en abril del año 1936 en Avellaneda. Desde pequeña reveló un fuerte interés hacia la literatura hasta convertirse en una de las figuras más reconocidas de las letras argentinas, a pesar de su corta vida, puesto que terminó a la edad de treinta y seis años a causa de una sobredosis. La autora exploró el terreno de la poesía, en el que destaca por su sensibilidad en el lenguaje e introspección. En algunos poemas se refleja una particular estructura cíclica que supone una nueva forma de lectura. Aquí algunos de ellos:
“Balada de la piedra que llora”:
la muerte se muere de risa pero la vida
se muere de llanto pero la muerte pero la vida
pero nada nada nada.
La repetición intensifica la sensación de un proceso circular, como si la muerte terminara en la vida y la vida en la muerte. Las palabras parecen hacer eco, una resonancia que se percibe en el lenguaje— quizá señala aquel vacío, el espacio entre la vida y la muerte que no somos capaces de concebir—.
“Canto”:
el tiempo tiene miedo
el miedo tiene tiempo
el miedo
pasea por mi sangre
arranca mis mejores frutos
devasta mi lastimosa muralla
destrucción de destrucciones
sólo destrucción
y miedo
mucho miedo
miedo.
El yo poético exhala un continuo sentimiento devastador ante los conceptos que se repiten: tiempo y miedo. Se presenta una vez más la percepción de eco —y por ende vacío— tras la repetición de la palabra “miedo”, como si la voz cayera en un infinito, pues el poema apunta hacia lo perpetuo por medio de la percepción de circularidad.
“Las grandes palabras”:
aún no es ahora
ahora es nunca
aún no es ahora
ahora y siempre
es nunca.
La forma abierta en la estructura permite un carácter rítmico y un espacio sin limitantes; es también la fragmentación de versos lo que intensifica la expresión. “Las grandes palabras” gira en torno a tópicos relacionados con medidas de tiempo, a palabras que suponen grandeza al abarcar terminologías temporales y crea una vinculación entre conceptos contrarios. La ruptura entrecortada de los versos así como la paradoja del lenguaje en el poema configuran, una vez más, una lectura cíclica.
“III”:
el centro
de un poema
es otro poema
el centro del centro
es la ausencia
en el centro de la ausencia
mi sombra es el centro
del centro del poema.
El lenguaje desenvuelve un papel fundamental, son las palabras las que apuntan hacia puntos móviles que terminan por apuntar a lo ausente. Se vuelve a referir al vacío, a la falta de. El lenguaje es la evolución hacia la fragmentación, pues quizá esta circularidad represente aquello que no puede ser manifestado, está presenta todas lasposibilidades de sentido que, a su vez, apuntan a la mera ausencia.
Las estructuras de estos poemas pizarknianos son fundamentales, manifiestan la eficacia del lenguaje: decir con lo menos, lo más. Pizarnik utiliza herramientas y recursos para confeccionar percepciones interesantes como la circularidad, el vacío, la resonancia del lenguaje y la capacidad de establecer un ambiente con el mínimo empleo de palabras. Por esto, quizá podría establecerse que el lenguaje mismo en estos poemas construye dimensiones particulares e, inevitablemente, infinitas.