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Marie Antoinette (2006) ¿Aberración o ícono?




El film dirigido por Sofia Coppola es una obra controversial, pues las libertades creativas parecen demasiadas para una película histórica. Así, en este texto me propongo elucidar su contenido y trasfondo como largometraje con cierta historicidad.


La película es una oda a los chick flicks de los noventa: el soundtrack pop rock, la intro con letras rosas, el montaje con los zapatos Manolo Blahnik (los favoritos de Carrie Bradshaw), e incluso una cita de Mean Girls; queda claro a qué público iba dirigida.


Esto es porque la historia de Marie Antoinette, reina a los 19 años, es el perfecto ejemplo de una historia coming of age, el tema favorito de los adolescentes de los 2000, y Sofia Coppola supo ver esa oportunidad. Considero que, a pesar de estas libertades, abriendo un poco la mente y entendiendo el contexto, Marie Antoinette es más histórica de lo que aparenta, o, por lo menos, contiene un trasfondo histórico en el desarrollo del personaje.





Comenzamos con una Marie en la “sobriedad” austríaca: el palacio no cuenta con más que unos cuantos sirvientes y la decoración tiende al barroco más que al rococó. En cuestión de minutos, Marie es absorbida por la corte de Versalles, llena de la parafernalia del Rey Sol, rebosante de gente y, por ende, de chismes. La vemos llegar como vimos a Cady Heron de África, y luego, igual que Cady, convirtiéndose en una plástica, hablando mal de gente que, cuando se topaba con la oportunidad, igualmente hablaba mal de ella.


Sin embargo, Marie, en poco tiempo, dominará la dinámica de Versalles… y esto lo vemos en sus vestidos, ya que, poco a poco, cambia de azul pastel a rosa brillantes.


En este momento, Marie tiene mucha presión sobre sus hombros: todos a su alrededor la culpan por no estar embarazada y la juzgan por ser austríaca. Los tratos son fríos y exageradamente diplomáticos; cosas tan sencillas como vestirse o conversar se vuelven auténticos ritos. Sin embargo, la situación se modifica ligeramente cuando Marie es coronada junto a su esposo. Al tener un lugar fijo en Francia, vemos cómo su círculo de confianza crece al tiempo en que el ceremonial diplomático disminuye.





Finalmente, Marie logra consolidar su matrimonio con su primera hija, Marie-Thérèse. Pudo haber sido la maternidad o el hecho de cumplir con su único deber con la corte (¿o ambos?) lo que provocó un segundo cambio importante en su forma de vestir y estilo de vida.


Ya con su círculo de confianza consolidado, se retira al Petit Trianon, renunciando por completo a sus responsabilidades diplomáticas con la corte. Esta vez, adopta una manera de vestir totalmente neutra y romantiza su vida en el campo, sin darse cuenta de que la vida de campesino nada tenía que ver con su fantasía cottage core.


Es patético pensar en Marie sentada en el campo, junto a sus damas de compañía, leyendo a Rousseau; es igual a Grimes leyendo el Manifiesto del partido comunista.





Y creo que esta es la historicidad que Sofia Coppola nos quiere dar: Marie nunca tuvo contacto con la realidad. En toda la película, Marie sólo se enfrenta tres veces con los bajos fondos. La primera vez es con Madame Du Barry, pero es un acercamiento inválido porque la ve sólo a través de los ojos de Versalles. La segunda, es con su amante, el Conde Ferson, ya que ella teme por su vida en la guerra, pero sólo es capaz de visualizarlo como una pintura de Delacroix. Y la tercera vez, lo hace como una Marie madura de 38 años, ya con un hijo y una madre muerta… una Marie que por primera vez entiende sus responsabilidades… una Marie que muere en la guillotina.


Coppola nos hace ver a la humana detrás de las pelucas, y nos recuerda que no fue su culpa; la existencia de Versalles es la mayor prueba. Luis XIV vivió como un niño la guerra de la Fronda y la regencia de Richelieu, entre otros conflictos internacionales. Siendo un menor, era normal que sintiera resentimiento por los franceses, por lo que se alejó de ellos y trasladó a su corte a Versalles. Pareciera que Versalles fue el Petit Trianon del rey Sol.


La ilusión que comenzó Luis XIV, y vivió en carne y alma Marie Antoinette, terminó en 1789, y, aunque la frase “que coman pasteles” no aconteció como tal, alejarse de los franceses también la alejó de sus responsabilidades. ¡Versalles fue una bomba de tiempo!


Esta fue la lección de historia que dejó Coppola a los adolescentes millennial, quienes, viendo la película, se impresionaban por Versalles, se identificaban con los Converse y soñaban con descubrir su propio camino. Puede que Coppola se haya tomado muchas libertades, pero fue así como capturó la atención de miles de jóvenes. ¿Qué mejor forma de divulgación histórica hay? Gracias, Sofia.

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