Los tatuajes del Hombre Ilustrado
María Roqueñi

“Everyone wants to see the pictures, and yet nobody wants to see them”.
¿Qué pasaría si tu cuerpo estuviera cubierto de tatuajes inspirados en cada película que hubieras visto en tu vida?
Esto es cierto para El Hombre Ilustrado, uno de los personajes de ciencia ficción creado por Ray Bradbury en su clásico libro de 1951 del mismo nombre. Los tatuajes del Hombre Ilustrado cuentan historias de múltiples géneros que abarcan el tema de la ciencia ficción.
Cada historia tiene un secreto. El libro cuenta narrativas aleatorias e interesantes desde la perspectiva de un extraño. Los relatos de ciencia ficción que ilustra Ray Bradbury están llenos de asombro, suspenso y una moral incendiaria oculta.
Cada narrativa cuenta una historia separada que involucra diferentes personajes que, de alguna forma u otra, tienen que ver con el Hombre Ilustrado. Si bien las tramas de los cuentos tratan temas típicos de ciencia ficción como viajes espaciales y tecnología, las historias y los personajes involucrados llevan un mensaje más profundo sobre la naturaleza humana y las relaciones entre la tecnología y la humanidad.
Las imágenes, ideas, sonidos y olores que abundan en este espectáculo fantasmagórico de Ray Bradbury son provocativos y poderosos. La tecnología despierta los instintos naturales más primitivos, las invasiones marcianas son frustradas por la buena vida y los sueños se elevan en cohetes de chatarra.
‘El hombre ilustrado’ es una mezcla caleidoscópica de magia, imaginación y verdad. Es tan emocionante como un viaje interplanetario, tan enloquecedor como un paseo bajo una lluvia de un millón de años y tan reconfortante como rituales sencillos y familiares en la última noche del mundo.
El tema que unifica al libro refleja como todas las cosas buenas deben llegar a su fin. El hombre ilustrado es una lectura altamente recomendada a los amantes de la ciencia ficción y a aquellos que disfrutan de las historias con un significado profundo. Parece, al final, que Ray Bradbury nos dice que, aunque todas las cosas buenas llegan a su fin, siempre dejan algo cuando se van.