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La inminente invasión a Ucrania: ¿El eterno retorno a la política de bloques?



Desde finales de 2021, la presencia militar rusa en Ucrania ha aumentado significativamente, suponiendo un inminente ataque al país.


En marzo de 2014, la mediática invasión de Crimea por parte de Rusia terminó por una anexión del territorio ucraniano. Actualmente, Crimea es considerado territorio ucraniano, pero se gobierna de facto por Rusia. Para justificar esta invasión, Rusia argumentaba que los ciudadanos de Crimea eran mayoritariamente rusos. No obstante, Crimea mantiene una posición estratégica dentro del Mar Negro y del Mediterráneo. “El oso no pedirá permiso a nadie” dijo Putin en octubre de 2014 [1], meses después de la anexión de Crimea.


El pasado miércoles 19 de enero, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden dio una conferencia para abordar la posible invasión a Ucrania. En esta, Biden amenazó a Rusia con las sanciones e imposiciones económicas que se le harían si invade. No obstante, el presidente anuncia que la vía democrática no parecía ser una opción para detener a Rusia, y que si procedía la invasión con toda la fuerza que posee, sería el acto de guerra más grave desde la Segunda Guerra Mundial.


Tan solo al día siguiente, el jueves 20 de enero, el Secretario de Estado de EU Antony J. Blinken reafirmó la posición de la OTAN al acusar a Rusia de querer volver a la guerra fría. Al día siguiente, viernes 21 de enero, tuvo lugar una reunión en Ginebra entre Blinken y su contraparte rusa, Sergey V. Lavrov, para discutir las tensiones alrededor de Ucrania. Después de la junta, Lavrov pidió que EU redacte públicamente su posición frente al caso, pero hasta ahora no hay señal de que esa sea la intención de Blinken, quien se ha referido desde la OTAN como un frente unido.


La dominación cultural, política y económica se manifiesta de formas variadas a lo largo del tiempo. La forma de dominación del Este, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, ha sido en su mayoría (con notables excepciones) una dominación de tipo económica y cultural, que ejerce un poder político tras bambalinas. La dominación rusa se ejerce directa y flagrantemente, como un oso que ataca de forma apabullante. La soberanía de Ucrania y la voluntad del pueblo ucraniano parece ser lo último en la lista de prioridades.


El caso de Ucrania en 2022 da reminiscencias palpables de la tensión entre el bloque este y oeste de la Guerra Fría. La OTAN condena a Rusia de querer reinstaurar este tipo de dinámicas, cuando ellos también están buscando ejercer su dominio sobre la zona [2]. De igual forma, vemos una reunión entre un estadounidense y un ruso en Suiza para discutir el destino de Ucrania (sin ningún ucraniano presente).


Rusia quiere contrarrestar la influencia de OTAN y su “política de puertas abiertas”. Esta política se establece en el artículo 10 del Tratado Noratlántico, reafirmado en enero de 1994, donde la Alianza estipula que está abierta a nuevos miembros, y que esperan la expansión de la OTAN a los países del Este. Entonces, ¿Volveremos con dinámicas similares a la Guerra Fría? ¿Alguna vez se acabaron? En la era de la tecnología y la conectividad, con un virus que ha sido un evento realmente mundial, ¿las diferencias se acrecientan? O talvez simplemente se vuelven más evidentes, pero nunca dejaron de estar. La unidad debe de ir más allá de una postura política a favor de la soberanía de las naciones, la unidad se representa cuando nos vemos como seres humanos, igual de vulnerables, igual de influenciables.




[1] Cid, Ana Teresa Gutiérrez del, and Pedro Manuel Rodríguez Suárez. “UCRANIA EN LA EUROPA DEL SIGLO XXI.” La Unión Europea, n.d., 187. [2] “La Guerra Fría (1946-1962): ¿punto Final o Punto y Seguido? - Universidad de Zaragoza Repository. https://zaguan.unizar.es/record/58865.

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