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Hablemos de #instapoetry

Actualizado: 13 mar




La presencia de la instapoetry en el ecosistema digital en el que habitamos la mayoría de nuestros días es innegable: todes hemos visto aparecer en nuestro timeline poemas con fondo blanco y versos pequeños en times new roman al lado, probablemente de escritores como Rupi Kaur, Atticus o Nikkita Gill. Hoy en día, es una de las formas más consumidas de poesía: sin embargo, la conversación alrededor de la instapoetry ha sido controversial desde su inicio. Lxs académicxs tradicionales critican sus diluídos recursos literarios que la convierten en material fácilmente consumible. Por el otro lado tiene un gran éxito principalmente entre los usuarios de redes sociales, que exaltan su facilidad de lectura como un cambio necesario en el mundo de la poesía posmoderna.


Lo que vale la pena discutir con respecto a la llamada instapoetry no es qué tan buena o mala es, sino qué posibilidades ha abierto, y más importantemente, cuáles quedan aún por abrir.


Antes de empezar a analizar temas de literatura, especialmente la poesía, se debe aclarar que los juicios de valor absolutos como 'bueno' y 'malo' pierden un poco su poder tomando en cuenta que es la forma literaria más subjetiva y abstracta. Por lo tanto, es de esperarse que, en el campo de la instapoetry, muchas de las críticas parten de una base de academicismo tedioso, conservador y asfixiante que sólo pretende sancionar cualquier forma de expresión poética que no sea apegada a lo tradicional. Sin embargo, aunque se oculten bajo pretensionas académicas, al final del día, más que análisis, recaen en absolutos alimentados por sus propios prejuicios de lo que es 'bueno' y 'propio' en la literatura.


Ninguna crítica de este tipo reamente alimenta el discurso alrededor de la poesía posmoderna, sino que termina perjudicándola al no permitir que entren nuevas perspectivas poéticas. Para aportar a la conversación debemos de partir de un punto en el que reconocemos que la poesía cambia y se deforma con rapidez, y, aunque la mirada crítica hacia estas deformaciones siempre puede ser fructífera, no puede basarse sólo en cómo las nuevas formas poéticas se comparan con las anteriores o por qué no se adhieren a los estándares académicos de esta u otra persona 'altamente calificada'. La crítica debe partir de lo que aporta este discurso poético en particular, esta forma poética, y qué está tratando de hacer a través de la operación literaria.


Partiendo de este lugar, la instapoetry ha tenido sus aciertos. En primer lugar, hace un desplazamiento con la poesía misma desde los libros hasta las redes sociales. Te presenta el poema en el aquí y ahora de la esfera social digital. Burla todos los sistemas hegemónicos que entran de por medio al querer publicar algo de manera ‘oficial’, porque ese contenido puede existir en redes y ser distribuido de manera gratuita para todes (todes les que pueden tener acceso a Instagram, claro). Esto permite que pueda publicar quien quiera, no quien la academia y los sistemas editoriales dicte que puede publicar (y sabemos que tampoco es un sistema basado solamente en talento).


Por otro lado, abre las posibilidades de crear una comunidad poética que se mueva fuera de la esfera de lo académico, conformada con personas que no necesariamente dedican sus vidas a la literatura, y que aportan a ella desde distintos lugares que la misma literatura muchas veces no puede ver.


Finalmente, este tipo de poesía muchas veces toca temas de feminismo y raza que sí son importantes, que sí deben de ser explorados, y que en el discurso académico tradicional han sido invisibilizados y censurados incansablemente.


Todos estos aciertos cobran valor si se analiza la instapoetry como un fenómeno social, lo cual es y sigue siendo. Pero del lado cultural, todavía no llega a una verdadera revolución poética de parte de este movimiento. Haciendo la distinción entre instapoetry y poesía que existe y es publicada en instagram, podemos señalar algunas diferencias. La instapoetry normalmente es más corta, con versos pequeños, y que en general transmiten un mensaje o emoción de manera concreta, sin esconderse detrás de metáforas infinitas o recursos literarios complejos: son accesibles y digeribles, muchas veces fácilmente imitables por su formato tan reconocible. Tratan temas emocionales y vulnerables de una manera en la que el lector se relaciona rápidamente con lo que dice, apelando a aspectos reconocibles de la vida posmoderna.


Esta accesibilidad es un punto que se utiliza muchas veces a favor de la instapoetry, apelando que el formato y el contenido son perfectos para instagram, ya que es una red hecha para contenido que retiene la información de forma breve y directa, y que no va más allá. Aquí la pregunta es, ¿por qué no ir más allá?


Realmente nadie sabe la respuesta a las preguntas más grandes de la literatura: para qué sirve, cómo funciona o por qué importa, no lo sabemos. Pero en cuanto a los efectos que genera la literatura, en cuanto a la impresión que te genera leer algo que te gusta, cómo se siente leer literatura, en este caso poesía, se puede llegar, tal vez, a una especie de consenso. Nadie lo dice mejor que la poeta Emily Dickinson:


“If I read a book and it makes my whole body so cold no fire can warm me I know that is poetry. If I feel physically as if the top of my head were taken off, I know that is poetry. These are the only way I know it. Is there any other way?”

“Si leo un libro y mi cuerpo se congela tanto que ningún calor me calienta, sé que es poesía. Si siento físicamente como si me quitaran la parte superior de la cabeza, sé que es poesía. Es la única manera que conozco.




¿Hay alguna otra manera?”


Un formato poético que apela a ser contenido digerible y adecuado para instagram no reta los sentidos del lector, sino que se queda en lo más sencillo. No sencillo en cuanto a lenguaje, porque no es necesario complicar el lenguaje para hacer poesía, contrario a lo que algunes académicxs sostienen. Sencillo en cuanto a la impresión que busca causar. Sencillo en cuanto a la falta de pequeña revolución que la poesía posee, independientemente del formato que use. Sencillo en cuanto que no busca, precisamente, sostener la atención del lector para que reflexione sobre la impresión de lo poético, y por ende, la impresión de la vida.


Evidentemente, las personas van a seguir escribiendo instapoetry, y no todas las personas que escriben tienen la obligación de buscar un efecto más profundo o duradero, y están en su derecho. Pero afirmar que la instapoetry representa la cúspide o la máxima representación de lo que puede lograr la poesía en redes está muy alejado de la realidad. No se niega la capacidad de algunos instapoems de lograr un efecto fuerte en el lector, pero la fácil reproductibilidad que tienen, además del uso tan frecuente de los mismos y los mismos tópicos impide que la fuerza poética siga reformando/deformando y trazando nuevas coordenadas poéticas que a su vez nos permitan retar al mundo que nos rodea. Podemos hacer más revolución en redes que solo la instapoetry.


La contrapropuesta, o invitación, es esta: ir más allá. Hay más poetas que no son Rupi Kaur (que, aunque no es el tema que se trata en este artículo, también ha sido acusada de plagio* de parte de la poeta Nayyirah Waheed, por cierto). Si instagram normalmente no está hecho para contenido más retador, hagamos que si lo sea. Las redes son lo que el usuario hace de ellas, y crear más espacios de contenido artístico retador solo puede beneficiar el alcance del arte.


A los lectores, si les llama la atención, leer más propuestas, buscar esa sensación de la que habla Dickinson (un buen lugar para empezar es leyendo sus poemas). A los creadores, no busquen sólo vivir en las páginas de un libro físico: publiquen su poesía donde sea que puedan, busquen todos los rincones de las redes también para que la variedad de propuestas crezca y la literatura no se estanque buscando un ideal romántico que ya es inalcanzable. Ya existimos en un mundo digital, y podemos aprovecharlo para irrumpir en el, retar con el lenguaje, que puede existir donde sea: no somos sólo la imprenta, ni hemos existido siempre en ella.


La intención es crear un cambio cultural que acompañe el cambio social del arte, para así reconfigurarnos, y poder acercarnos a cambios que son necesarios en los sistemas que nos rodean. No hay superficie, real o digital, que el lenguaje no pueda impactar, y ya es hora de que nos aprovechemos de eso.




*Para más información de esto, que también vale la pena explorar, leer este artículo https://www.distractify.com/p/rupi-kaur-plagiarism y el comunicado de Nayyirah https://aliahatch.tumblr.com/post/115222210212/nayyirahwaheed-loves-it-is-with-a-truly-heavy


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