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Acecho intermedio: sobre Mezzanie, de Massive Attack

Diego Eduardo Córdoba González

Too weird to live, too rare to die

-Hunter S. Thompson


Está por demás decir que en redes sociales tales como TikTok, Instagram, Twitter, etc., incluso en la vida real, en fiestas, en escuelas y en la calle, desfilan en caravana los estilos y personas que definitivamente se vieron apeladas por el Y2K. En parte, este recate de la maravillosa estética Y2K (dosmilera), dado a lo largo de los últimos años, ha sido insípido, superficial y sumamente aburrido: la mayoría son copias y copias miserables, sumamente ratchet. Sin embargo, algunas tendencias de finales del siglo anterior y principios de este han sido recuperadas y actualizadas con destreza y curiosidad profunda. Así que no todo esta completamente mal.


Sin duda, en cuestión musical hay que aplaudir a esta gradual revisión de los años 90´s y dosmiles ya que propició el nacimiento de nuevos objetos, como el vaporwave, y recordó la existencia invaluable de algunos otros tales como el breakcore, UK garage, álbumes, duos y agrupaciones. A pesar de todo el auge y emoción que sigue provocando el Y2K, no se le ha puesto el mismo empeño de rescate, por lo menos en este lado del charco, a un elemento dado por aquellos años: Massive Attack, en específico a su tercer álbum, Mezzanine, de 1998.


Cuando dicho álbum vio la luz ya estaban sentadas las bases convencionales del trip-hop gracias a Debut de Björk, Blue Lines de la misma Massive Attack y Dummy de Portishead. Sin embargo, a partir de 1998 el juego cambió. El trip-hop, antes conocido por el arreglo melancólico o poco convencional de bucles, bajos, scratches y hits, gracias a Mezzanine se convierte en el entresuelo donde la amenaza y el acecho, mediados por la monotonía, están por todas partes y todo el tiempo.


A lo largo de la hora y cuatro minutos que duran las once canciones de este álbum, los efectos, el ruido, sonidos e instrumentos tienen una certera dirección monótona a pesar de que las notas agudas y bajas abundan. Ejemplo de esto es “Black Milk”, la octava canción. En esta, tanto el sampleo de “Tribute” de Manfred Mann’s Earth Band como el bajo, los hits, el eco y el sonido en bucle ejemplifican la monotonía característica del álbum entero. El fraseo de la canción, la manera en que la modulación vocal de la letra y la secuencia de notas se sostienen entre sí, está cargada de esta monotonía que, a la vez, produce el sentido de acecho gracias al contraste que produce el arreglo de las notas agudas del piano en bucle y las graves del bajo ronco.


“Your not my eater/ I’m not your food”, en “Black Milk”,  presenta las mismas características que las notas que acompañan a estas líneas de la canción: hay algo que amenaza con comernos y que acecha desde todos los ángulos, retador (Massive Attack).


El caso de “Risingson”, segunda canción de Mezzanine, es más denso y espeso. El inicio de esta canción es sin duda desconcertante gracias a que juega mientras emula los clicks, pulsos y silbidos del canto de la ballenas junto con un bajo sordo. Al mismo tiempo, este inicio parece un lamento, un eco perdido en una noche oscurísima. La batería es central por ser la base en la cual se gesta el ritmo y movimiento monótono de la canción, a la vez compartida con el bajo y con los efectos de modulación y distorsión aplicados a la voz de Robert Del Naja. Y ni se diga el extrañamiento y los nervios que crispa lo que parece ser un ruido de sirena, un aviso de peligro distorsionado y perverso a mitad de “Risingson”.


Esta monotonía, tanto en ritmo como en movimiento, y el acecho que provoca no son únicamente características de estas dos canciones en Mezzanine, sino que son la parte medular de todo el álbum. Al igual que en “Risingson”, “Teardrop” produce de manera similar el efecto de monotonía gracias a los pulsos, al harpa y al piano cuyas notas graves y agudas se presentan en bucle a lo largo de toda la canción. Lo anterior sin lugar a dudas se lleva a la perfección en “Exchange”, quinta canción del álbum, donde el sampleo, la repetición y los efectos de distorsión de la melodía son los elementos que crean una atmósfera cargada de un lirismo oscuro mientras prescinde de versos o letra. Incluso “Inertia Creeps” remite inmediatamente al acecho gracias al ritmo acelerado de la zurna turca, los tambores y la guitarra; lo cual produce todo lo contrario a los movimientos arrastrados de la inercia: “Inertia creeps/ moving on slowly” (Massive Attack)


El uso y sampleo de instrumentos diversos y técnicas , la distorsión de la voz como un doble o doppelgänger, la monotonía junto a la sensación de amenaza y acecho provocadas gracias al tono ominoso de los elementos que componen todas las canciones del álbum y que se produce a lo largo y ancho de estas… Todo lo anterior es el gran aporte, un punto y parte dentro del trip-hop y la música en general, que posiciona a Massive Attack como una agrupación pionera, creadora de un tipo específico de manipulación de ruidos y sonidos que conforman la sensación de amenaza y acecho. Lo cual se debe al hecho de que no siguió por completo ninguna formula: “toy like people made me boy like” (“Risingson”, Massive Attack)


Mezzanine de Massive Attack es una de las expresiones artísticas que no ha rescatado el motivo Y2K que lleva ya varios años apoderándose de la media y la moda. Este álbum presenta un reto a quien lo escuche y se deje escuchar por él: tal vez por esto no ha sido actualizado y rescatado hasta el momento. Mezzanine, como el acecho intermedio que está y no está a la vez, nos presenta la disforia de la experiencia estética auditiva, el tipo de gusto y placer por lo inquietante hoy más vigente que nunca.


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