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NICO CASTILLO

Escritor. Historiador.

Euphoria

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Llevas diez días navegando. Diez días de no ver más que el vacío interminable del mar en cualquier rumbo. Te das cuenta de que estás enamorado, que nada en el mundo se puede comparar con la sublimidad de su extensión, su fuerza, su alcance. Y te sientes parte de ella. Te pertenece tanto como tu a eres suya. Sientes que estás en una relación íntima y única con la mar. 

Es tu primera travesía y sabes que habrá mal tiempo, pero confías en el barco, en tu habilidad, tu fuerza, tu valentía y sobre todo en la experiencia de tus compañeros. Te sientes poderoso. 

Cae la noche y el viento constante que te ha acompañado desaparece como si un demiurgo apagara el ventilador del cosmos. El barco se detiene. El azul que conoces deja de existir y toma su lugar una masa negra, apagada por un cielo sin luna ni estrellas. Hasta ese momento no conoces tal oscuridad. Estás flotando, estático en un espacio sin relieve. Solo escuchas la lenta exhalación de tus compañeros en cubierta que, igual que tú, aguantaron la respiración un momento. 

Recuerdas lo que te dijo alguna vez un viejo marinero: “Los barcos son chismosos, escuchalos y te dirán que quieren”. 

Le das tu atención al barco, y después de una interminable hora de inactividad y angustia escuchas las velas inflarse con crecientes rafagas de viento. Las escotas crujen es sus poleas con presión reencontrada. El casco truena con el impacto de olas cada vez mayores. La velocidad del barco incrementa impulsado por una vela mayor casada al máximo. Cada ola te empapa y el frío aumenta a la par con los latidos de tu corazón. La cubierta está en éxtasis. El silencio de la oscuridad se transforma en una orquesta de gritos y órdenes. Sigues las instrucciones de tu capitán y tus compañeros en una extenuante batalla por escalar olas cada vez más imponentes. Sube el barco en vertical y se suspende en las cumbres de su inmensidad. Un parpadeo y colapsa en caída libre contra de la siguiente ola. Cada golpe más fuerte que el pasado, estas convencido que el próximo partirá el barco en dos. 

Pasa la noche y como un berrinche momentáneo termina el mal tiempo. El cielo se despeja y el sol arrastra la primera luz del nuevo día. El viento disminuye, las olas descansan y termina tu guardia. Exhausto, bajas por la escotilla, te desvistes de tu ropa empapada de sal y sudor, y despiertas a la siguiente guardia. Te acuestas en tu catre ansioso por las cuatro horas de sueño que te corresponden y surge un pensamiento: 

Esas olas que tanto luchaste por escalar, olas comunes y corrientes, olas inmortales, esas olas de la noche anterior se han tragado barcos más formidables que este, se han llevado a fondo a mejores hombres que tú. Hombres, poderosos, fuertes, valientes. Hombres buenos perdidos en el tiempo, desaparecidos y olvidados. Te sientes pequeño, entiendes que no lograste nada, subsistes en un mundo caótico sin sentido ni razón; eres insignificante, irrelevante, nada es cierto ni real. Tu existencia es bizarra como la de una mosca flotando en un charco que no entiende. Pero estás completo, aceptaste lo absurdo de tu existencia y ahora conoces la euforia, estás vivo por primera vez.

Te despierta la voz de un compañero. Es tu turno, toca tu guardia. Sacudes el sueño y te vistes. Sales a cubierta y te sorprende la escena. Las condiciones cambiaron y la noche anterior parece un recuerdo. Entre las risas y los saludos la volteas ver. Azul como nunca la habías visto, bella y esplendorosa, hirviendo bajo un cielo despejado. Sientes amor, pero algo es diferente, te sientes ajeno. Es ahora un amor distante, respetuoso y lejano. Un amor con un ligero sabor a miedo.

Mi padre y mi tierra

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Mi papá dice que la tierra es nuestra madre. Yo no lo entiendo bien porque mi mamá se llama Lupe, pero apá dice que cuando crezca voy a entender. Él ya se fue hace muchos días, tomó su rifle y se llevó a Conchita nuestra mula. Cuando crezca voy a entender. 

Antes apá nos hablaba de la tierra. Decía que es muy linda y que es verde por la lluvia, que hay que querer la lluvia para querer la tierra. Yo no lo entiendo bien, y papá dice que es porque soy niño. Cuando crezca voy a entender. 

Papá hablaba de comida. La tierra nos da de comer, decía. Ella nos entrega el maíz y la caña y el jitomate y el sorgo y la cebolla. Y a cambio nosotros le damos nuestro sudor, eso decía mi papá. 

La tierra está cerrada decía mi apá. Y con el arado la abrimos para sacar comida. La tierra es buena porque la rompemos y nos sigue queriendo. Apá dice que su sangre es el agua que tomamos y para eso hay que sangrar nosotros también. Yo no entiendo muy bien. Hay veces que tenemos hambre y apá llora. Dice que cuando crezca voy a entender. 

Papá dice que sus lágrimas son para mojar el zacate y que los animales coman bien, porque la tierra también le da de comer a Conchita, antes de que apá se la llevara con su rifle y su morral. 

Mi papá dice que de tierra está hecha mi casa, y que tierra la detiene para que la ventisca no se la lleve. La tierra la calienta para el frío y la enfría para el calor. La tierra se moja para que yo quede seco. 

Papá dice que la tierra nos ve cuando nos casamos y tenemos hijos. También nos ve cuando nos vamos de cabrones y no dice nada. Por eso la tierra es nuestra amiga. Yo la verdad no entiendo eso, pero él dice que cuando crezca entenderé. 

En la tierra se festeja, dice mi apá, bailamos y tomamos hasta que nos arrulla el polvo. Yo esto no lo sé porque soy niño, eso dice papá. 

“Por eso me voy”, nos dijo papá, “porque la tierra no es nuestra”. Papá hablaba de un Don Emiliano Zapata que pelea pa que no haya hambre. “La tierra es de quien la trabaja” nos dijo apá. “Por eso me voy”. Yo eso no lo entiendo. 

Hace ya muchos años que mi padre se fue a pelear por la tierra. Tierra linda, tierra verde, tierra madre que nos da de comer. Tierra que guía nuestro arado y machete sin queja, tierra que alimenta nuestros animales con el zacate de nuestro sudor, colecta de nuestra sangre, cosecha de nuestras lágrimas. Tierra que detiene nuestras casas, tierra testigo de nuestros matrimonios, tierra que oculta nuestros desamores. Tierra que sostiene a nuestros amigos, tierra nodriza, tierra asesina. Todo nuestro, pero la tierra no. Por eso ya van años que mi padre se fue a pelear por la tierra. Tierra que no es nuestra. 

Yo ya me voy, porque ya crecí, a sangrar por la tierra.

Invitación al Giro Espacial

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¡Asume el Giro Espacial! 

Estamos obsesionados con el tiempo. Durante toda la historia de la humanidad, nos hemos empeñado en tratar de explicarlo. Tal vez por nuestra inhabilidad por entenderlo, tal vez porque comprendemos el enorme poder que ejerce sobre nosotros. En ambos casos se puede decir que uno de los factores que nos hace humanos es la conciencia de nuestra existencia en el tiempo, reconocemos que nuestra vida es temporal, pero a diferencia de un perro o una ardilla (que también se saben mortales), nosotros reconocemos al tiempo como algo más allá de nuestra experiencia inmediata; recordamos a nuestros abuelos, recordamos sociedades antiguas, leemos testimonios de individuos muertos, pero sobre todo sabemos que nuestros hijos y nietos sobrevivirán nuestra existencia. Por eso creamos, para vivir algo inalcanzable y ajeno que es el futuro. Somos humanos porque queremos trascender. Sin Embargo, hoy nuestra conciencia cambia, nuestro afán por trascender nos ha llevado a crisis, y el tiempo deja de ser la madre de todas las ciencias y artes. Hoy nuestro enfoque cambia al espacio. 

Hasta ahora la reflexión y análisis del “tiempo” fue el concepto determinante para el estudio de las humanidades y las ciencias sociales. Esto no solo condicionó el estudio académico, sino el discurso y toda experiencia a la que la historia estaba sujeta. Burdamente, y evitando entrar en una descripción del tiempo en la historia, la antigüedad se basó en una experiencia del tiempo cíclica que predicaba su repetición y el aprendizaje que ésta generaba. La Edad Media transitó a una experiencia del tiempo lineal-escatológica, con un principio bíblico y un fin apocalíptico. Es después, en la modernidad, que la experiencia temporal como lo expondría Reinhart Koselleck, se “aceleró”. Al superar la espera del fin de los tiempos bíblicos que nunca 1 llegó, la modernidad transformó su vivencia del tiempo en una que miraba un futuro ideal utópico, futuro que requería de un presente de progreso y aceleración, en palabras de Derrida, una promesa de futuro, siempre por-venir. Hoy, queda claro que ese futuro no existe y que la idea del progreso en el pasado es la causa de la crisis del presente. Uno de los problemas que caracteriza al mundo en el que vivimos es la creciente e inminente crisis ambiental. 

El mundo contemporáneo ha cosechado los frutos podridos que el progreso de la modernidad prometió, y ahora nos encontramos una vez más frente a un inevitable fin de los tiempos. Este inevitable, pero tal vez retrasable fin del mundo ha impulsado una nueva ola de científicos, investigadores y académicos a sumarse al esfuerzo de convertir al hombre en algo sustentable. Como consecuencia, vemos el surgimiento de la Historia Ambiental a finales del siglo XX. La historia ambiental intenta profundizar nuestro entendimiento de cómo los humanos han sido afectados por el medio ambiente y, a la vez, cómo ellos han afectado a su entorno y con qué resultados. Interesante, compleja pero polémica: la historia ambiental está aún por tener 2 su boom debido a la dificultad de articularla con un marco teórico que la sustente. Se le critica con el argumento de que la reflexión entre naturaleza y cultura no es ni puede ser objeto de una reintroducción de la una sobre la otra ni viceversa. Es decir, que resulta complicado si no 3 imposible colocar a la cultura y el medio ambiente en el mismo plano de reflexión. En otras palabras, y desde el punto de vista Foucaultiano, se critica a la Historia Ambiental por la dificultad en colocar naturaleza y cultura en la misma “mesa de disección”. Sin embargo existen 4 trabajos pioneros, principalmente con perspectivas multidisciplinarias, que han revolucionado la forma en que se presenta y se acepta en círculos académicos y de difusión. Ahora, el tiempo ha entrado en otro plano, ya no como protagonista de la experiencia humana, sino como socio, o tal vez sujeto, del espacio. 

El Giro Espacial surgió en la década de los noventa del siglo pasado como corriente geográfica que trata de reinsertar el espacio en las ciencias sociales bajo la premisa de que el espacio es una construcción social relevante al entendimiento del desarrollo humano y la producción de cultura. Este movimiento coloca la vivencia del espacio a la par con el tiempo 5 como factor determinante en el desarrollo de procesos históricos. Pero el análisis del espacio va más allá de los procesos históricos y macrocosmicos. El espacio es determinante en nuestra vida.

cotidiana: ¿Dónde estás leyendo este texto? ¿Estás en sentadx en un escritorio? ¿Al aire libre? ¿Echadx en tu cama? La reflexión espacial implica que tu entendimiento de lo que está escrito aquí depende directamente del espacio que te rodea. En ese caso, también el contenido de este texto está sujeto al espacio en el que lo estoy escribiendo. Por dar otro ejemplo: lo que aprendes en una clase depende del salón, del clima de ese día, y de quien está sentado junto a tí. Una exposición de arte atrae a su audiencia no solo por su contenido sino también por su configuración en el espacio en que está expuesta. Nuestra existencia y trascendencia está sujeta tanto al espacio como al tiempo. 

Dicho esto, queridx lector, te extiendo una invitación a empezar a tener conciencia no solo del tiempo al que estás sujeto, sino también al espacio. Vivímos en un mundo con fecha de caducidad, y como esfuerzo para remediarlo, nuestra trascendencia en obra escrita, en arte creado, en edificaciones construidas, en fabricación de leyes, está sujeta a nuestra relación con el espacio. ¡Toma conciencia y asume el Giro Espacial! 

Como nota final te invito a reflexionar sobre nuestra situación actual, sobre esta pandemia. El covid-19 ha cambiado drásticamente nuestra relación con el espacio. La cuarentena es un parteaguas en la experiencia espacial. ¿Cómo han cambiado tus relaciones interpersonales? ¿Cual es el nuevo significado de espacio público? ¿Pasas la cuarentena enclaustrado en una casa con jardín y acceso al aire libre? ¿Estás en un departamento? ¿Cuál sería la diferencia entre una y la otra? El espacio que habitamos forja nuestra personalidad y la forma en la que convivimos con el otro. Además, la hiperglobalización y los avances tecnológicos han creado un “espacio virtual” del que somos parte. ¿Existe la privacidad y el espacio personal? ¿Te podrías esconder si quisieras? 

Agrego aquí bibliografía recomendada de algunos autores que han asumido el Giro Espacial, consciente e inconscientemente: 

Traces on the Rhodian Shore del geógrafo Clarence J. Glacken es un trabajo pionero del espacio y el ambiente en la Historia. El autor por primera vez abordó la actitud hacia el medio ambiente en occidente desde la antigüedad hasta el final del siglo XIX. Su tesis, la idea de que en el pensamiento occidental hasta el final de la modernidad los conceptos de la relación de la

cultura humana con el medio ambiente fue dominada por tres premisas: La idea de una tierra diseñada divinamente, la idea de una influencia ambiental, y la idea del hombre como un agente geográfico. Él concibió el concepto de una “actitud” al medio. 6 

Historia humana y comparada del clima de Emmanuel Le Roy Ladurie es la obra vanguardista que dió vida a la historia ambiental. Publicada en 2004, heredera de la escuela de los Annales, argumenta que el clima europeo antes y durante la modernidad, fue un factor determinante en la explosión de la Revolución Francesa. Esta obra se acerca al problema del clima como determinante del desarrollo humano. 

The Spatial Turn Interdisciplinary perspectives de Barney Wharf y Santa Arias es un acercamiento a la inserción del espacio en las humanidades y ciencias sociales desde puntos de vista interdisciplinarios. Este movimiento teórico rechaza la teoría de historicidad de los annales en el que el tiempo deja de ser el objeto de estudio primordial de una investigación. Espacio y tiempo están a la par en los procesos históricos. 

Time-Space Compression de Barney Wharf explora la forma en la que las sociedades humanas a lo largo del tiempo han tratado de “comprimir” el espacio y el tiempo. Vease también el texto de Martin Heidegger, Construir, habitar y pensar, que ofrece otra perspectiva sobre la relación de un sujeto con su entorno. 

6 Clarence J. Glacken, Traces on the Rhodian Shore: Nature and Culture in Western Thought from Ancient Times to the End of the Eighteenth Century (Berkeley: Univ. of California Press, 2011), Preface.

Bibliografía 

1. Reinhart Koselleck, Futures Past: On the Semantics of Historical Time (New York: Columbia University Press, 2004).

2 Stefania Gallini en su texto Invitación a la historia ambiental retomando a D.Worster, “Transformations of the Earth: Toward an Agroecological Perspective in History”, in Journal of American History 76(1989-90): A Roundtable: Environmental History, p. 1089. 

3 Temas, problemas y relatos para la historia ambiental. Alvaro Acevedo Tarazona y Sebastián Martínez Botero 

4 Michel Foucault, Las Palabras y Las Cosas: Una arqueología De Las Ciencias Humanas (Madrid: Siglo XXI, 2006). Introducción. 

5 Barney Warf and Santa Arias, “Introduction: the Reinsertion of Space into the Social Sciences and Humanities,” in The Spatial Turn: Interdisciplinary Perspectives (New York, NY: Routledge, 2014), 1.

6 Clarence J. Glacken, Traces on the Rhodian Shore: Nature and Culture in Western Thought from Ancient Times to the End of the Eighteenth Century (Berkeley: Univ. of California Press, 2011), Preface.

Warf, Barney, and Santa Arias. “Introduction: the Reinsertion of Space into the Social Sciences and Humanities.” In The Spatial Turn: Interdisciplinary Perspectives. New York, NY: Routledge, 2014. 

Glacken, Clarence J. Traces on the Rhodian Shore: Nature and Culture in Western Thought from Ancient Times to the End of the Eighteenth Century. Berkeley: Univ. of California Press, 2011 

Ladurie, Emmanuel Le Roy. Historia Humana y Comparada Del Clima. México: Fondo de cultura económica, 2017. 

Heidegger, Martin. “Construir, Habitar y Pensar .” Essay. In Ciencia y técnica . Santiago: Universitaria, 1993.

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